En Asia Central, el equipo de OM está llegando a los niños y adolescentes con el amor de Cristo.
Un equipo de OM tiene un proyecto en esta región que aprovecha esta apertura organizando campamentos para adolescentes, donde se comparte el evangelio, se discipula a los jóvenes y los participantes aprenden cómo compartir lo que han aprendido con otros. La visión del proyecto es ver la multiplicación de discípulos de Cristo entre los grupos étnicos musulmanes en toda la región del Gran Cáucaso, comenzando con niños, adolescentes y sus familias.
Azra* es una de las trabajadoras del proyecto. Ella comparte la historia de su vecino Baris*, de 15 años.
“El padre de Baris falleció poco después de que él naciera, dejando a su madre, una devota musulmana que ora cinco veces al día, y que tuvo que criarlo sola. Solía llevar a Baris a mis actividades de evangelismo cuando era niño, y ha participado en dos de nuestros campamentos”, cuenta ella. “Él conoce bien nuestra fe y se une a nosotros cuando adoramos, pero no lo había invitado a ser creyente. No quería que se uniera a nuestro campamento para adolescentes porque no era creyente, pero él realmente quería venir con nosotros porque es muy amigo de otro chico que estaba allí.”
Azra hizo una excepción para que Baris asistiera al campamento, pero las cosas no resultaron como ella esperaba. Ella explica: “Lamentablemente, tuve que enviarlo a casa a mitad de la escuela por romper las reglas. Lloró mucho y dijo: ‘No me envíes de vuelta’. Aunque me entristeció, tuve que mandarlo a casa. Una vez que llegó a casa, me envió un mensaje pidiéndome que me reuniera con él cuando regresara.”
Azra accedió a reunirse con el adolescente y, una semana después, tuvieron una buena conversación, en la que Baris la sorprendió. “Me dijo: ‘Quiero ser creyente. Algo me pasó ese domingo en el campamento, y sentí al Señor.’ Yo le respondí: ‘Baris, es increíble escuchar esto, pero ¿qué diría tu madre? Aún eres un adolescente.’ Él dijo: ‘Hablaré con mi mamá sobre eso. Quiero estar con ustedes y ser parte del equipo’.
“Cuando habló con su madre, ella no se opuso a que su hijo creyera en Jesús. ¡Alabamos a Dios por esto! Todos nuestros jóvenes quieren mucho a Baris.”
Ahora, Baris es una luz para Jesús en su hogar y entre sus amigos y familiares.