"Nunca he estado tan orgulloso de ser moldavo como hoy. Gente de todo el país se está lanzando a ayudar a los refugiados de Ucrania", dijo Eugen, director de OM en Moldavia, tras ver cómo el país más pobre de Europa se ponía a la altura de la tarea de atender a los que huyen de Ucrania.
Desde que las tropas rusas entraron en Ucrania el 24 de febrero del 2022, más de dos millones de personas han huido, buscando seguridad en los países vecinos como Moldavia. En respuesta a esta crisis, la Iglesia evangélica de Moldavia ha acogido a los refugiados en sus fronteras, ayudándoles a encontrar un alojamiento temporal y movilizando una generosa cantidad de alimentos y otros artículos de primera necesidad. Eugen y su equipo han sido un centro crítico que facilitó esta respuesta amplia, así como una presencia física en la frontera desde que empezó a llegar la gente de Ucrania.
"Creo que es muy importante que participemos según el corazón de Dios. En el Antiguo Testamento, Dios nos dice que recibamos al extranjero y lo cuidemos. Y también nos enseña en el Nuevo Testamento que es importante que hagamos por los demás lo que queremos que hagan", explicó Eugen. "Así que es por eso que queremos responder a estas necesidades"
El equipo de OM instaló una tienda de campaña en el mayor paso fronterizo de Ucrania a Moldavia, por donde pasan miles de personas cada día. El espacio ofrece la oportunidad de resguardarse del tiempo inestable, que varía entre la nieve y los vientos gélidos hasta el suave clima primaveral. Muchos cruzan la frontera a pie después de haber llegado en coche o autobus tan cerca como puedan antes de que comience la fila de inmigración. Algunos días, los coches que esperan para cruzar la frontera se extienden 14 km hacia Ucrania, lo que obliga a la gente a caminar esa distancia si no piensa cruzar la frontera en coche. Las familias arrastran sus maletas o bolsas de lona mientras ayudan a sus hijos a continuar hacia la seguridad en Moldavia. Cuando se unen a la fila en la frontera, están agotados. Las bebidas calientes, los refrigerios, el agua y las sillas del espacio de OM ofrecen un respiro a los cansados y los miembros del equipo de OM entablan conversaciones para los que necesiten ser escuchados, compartiendo el evangelio, orando por ellos y respondiendo a sus preguntas.
Eugen tiene en cuenta las necesidades de los que llegan mientras coordina la logística, establece contacto con las iglesias nacionales y sus líderes, e inspira a su equipo de más de 70 personas para que sirvan. Espera que los que pasen por el espacio de OM pregunten: "'¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué nos ayudan? Y que vean que este es el amor de Dios que se les muestra". Recordó su propia experiencia de buscar a Dios y de querer experimentar más de lo que había conocido.
Una vida transformada
Al crecer en Moldavia, donde la iglesia ortodoxa es la religión predominante, Eugen experimentó un miedo al infierno que le impulsó a entrar en la iglesia de su comunidad rural. Contó que "me arrodillé ante un icono y recé, pero de repente sentí que no era lo correcto. Y me giré hacia la ventana, para mirar al cielo y rezar". Cuando tenía 14 años, Eugen fue invitado a asistir a un servicio de Año Nuevo en la iglesia evangélica de su abuela. Allí experimentó la alegría del cuerpo de Cristo adorando a Dios todos juntos. Durante esa visita, asistió a varios de los servicios diarios de la iglesia y escuchó más sobre la relación que podía tener con Jesús. Después de un mes, estaba seguro de que necesitaba a Jesús y se comprometió a seguirlo.
Cuando Eugen volvió a la escuela, incluso sus profesores notaron una diferencia en él y le preguntaron. Les dijo que había empezado a asistir a una iglesia evangélica. En Moldavia, los creyentes ortodoxos desconfían de cualquier evangélico; sin embargo, el cambio en su comportamiento tuvó un impacto. El hermano menor de Eugen asistía con él al grupo de jóvenes y poco después su madre también eligió seguir a Jesús.
A medida que crecía, Eugen desarrolló su amor por los deportes en una plataforma de ministerio. Como entrenador de fútbol, incluyó en el programa estudios bíblicos y oración. Fue invitado a servir en un evento deportivo de OM como árbitro y, después de participar en varios de esos eventos, vio la oportunidad de llegar a más personas en su país trabajando a tiempo completo con OM. En este papel, podría entrenar y capacitar a otros seguidores de Jesús para utilizar un modelo de ministerio similar y tener un impacto en sus propias comunidades.
Las manos y los pies de Cristo
Ahora, como director de OM en Moldavia, Eugen sigue buscando los enfoques adecuados para el ministerio en cada contexto. Con un profundo conocimiento de la cultura y la gente, ha adaptado y cambiado el trabajo para centrarse en aquellos que no tienen una iglesia en su comunidad ni acceso al cuerpo de Cristo. En los últimos años, pequeños equipos viajaron a comunidades rurales, donde utilizaron diversos métodos para demostrar y hablar del amor que Jesús tiene por los demás. Cuando comenzó la crisis de Ucrania a mediados de febrero, Eugen la vio como otra clara oportunidad de ser las manos y los pies de Cristo para los que llegan.
"Cuando vemos que la gente sufre, queremos responder a su necesidad. Pero además, porque tenemos a Cristo en nosotros y sabemos que eso es lo que haría Jesús, queremos seguir sus pasos y hacer lo mismo: que es dar la bienvenida a la gente, darles un té caliente y decir que esto es en el nombre de Jesús", dijo Eugen. Esta es la base que mantiene a Eugen y a su equipo sirviendo en la vanguardia de su país, donde las necesidades de los ucranianos que llegan son críticas y el mensaje de esperanza y amor igual de urgente.